Apenas estabas
asomando a la adolescencia. Saliste a caminar, decidido a comprarte música.
Eran los inicios de los ’90. Fuiste hasta la disquería del barrio. Discos y casettes
decía el cartel del negocio. Compra y venta. Andabas con dudas. Tenías dos
grupos bien diferenciados de amigos. Los del barrio, los que estaban a la moda,
no por ser fashion, término inexistente en aquellos días, sino porque consumían
lo que se consumía en esos tiempos, la revista 13/20, escuchaban música pop,
Erasure, Depeche Mode, Rick Astley, ¿se acuerdan de Rick Astley? ¿Se escribía
así? ¡Qué pelotazo ese muchacho!
Tus otros amigos
escuchaban otra cosa. Eran los del fútbol. Escuchaban rock, nacional e
internacional. No tenías aún muy clara la diferencia entre unos y otros musicalmente.
Hacía chirolas que tenías tu primer radiograbador. Para Navidad te lo habían
regalado tus viejos. Te lo dieron con Languis, disco ultra pedorro de Soda
Stereo. Papá Noel ya era historia y menos mal que así fuera pues de no ser así
hubieras tenido serios problemas. Estabas en la duda decía. La duda era Depeche
Mode o Rolling Stones. Braden o Perón. No habías escuchado mucho a los Stones.
Era la época de los asaltos, de los lentos, de las primeras franelas.
Llegaste a la
disquería. La duda pudo más. Fuiste, entraste y no te compraste nada. Pero la
idea la tenías fija. Pronto lo harías. Ligaste unas vacaciones de garrón a Santa
Teresita. Un gomazo fueron, para qué negarlo. Casi lo único que te dejó el
viaje fue que te compraste un casette. Cuando llegaste a Retiro no tenías ni
para el bondi. Zafaste que te fueron a buscar que si no te volvías a dedo. No
sabés bien porque pero te decidiste por los Stones. Steel Wheels fue el casette
que te compraste. Tenía pegada la calcomanía con el nombre de la disquería. Sin
quererlo, sin saberlo elegiste un camino. El camino del rock. Evidentemente la
moda no era lo tuyo.
Al poco tiempo los
amigos del barrio también escuchaban eso. Los ’80, con su impronta modernosa
los había abandonado. Dibujar la lengua en las paredes del barrio, en cualquier
columna, en las carpetas del colegio era todo un desafío. Y también una búsqueda
de identidad en un tiempo en el cual las identidades desaparecían. Parecía que
desaparecerían definitivamente. El fin de la historia se insinuaba amenazante. El
muro de Berlín y el comunismo estaban a punto de caer. No se terminó la
historia. La historia no tiene fin, se construye día a día. Cómo verlo en ese
momento si apenas podías ver más allá de esa lengua que forjaba tu identidad
personal, un tiempo personal en el cual estabas construyendo tu propia
identidad. Te salía para el orto la lengua, deberías reconocerlo. No era fácil
dibujarla. En realidad a todos los que lo intentaban les salía mal. Sólo que a
vos te podían decir que era una cagada. No eras muy grande. El matoncito de tu
grupo, el que te tenía bajo su ala, el que te bancaba por tus habilidades
futboleras que implicaban que jugaras para él porque eras garantía de triunfo,
también hacía la lengua. Y no le salía mejor que a vos. Pero ¿quién le iba a
decir que era así? ¿Quién se iba a animar si lo más probable fuera que te
surtiera si se lo decías? No le convenía a nadie hacerlo enojar. A vos menos. Era
tu padrino. Su presencia era sinónimo de protección. Pragmatismo, peronismo,
why not?
Después de Steel
wheels el recorrido fue zigzagueante. Te fuiste hacia el metal. Pero los Stones
seguían ahí. Los Stones les dijiste siempre. Siempre te generaron bronca los
que les decían los Rolling. O eran advenedizos o eran viejos que no cachaban un
fulbo y se querían hacer los viejitos piolas y a esa edad, la tuya, los viejos
no te cabían ni ahí. Los viejos en la tribuna como decía tu viejo
que no se quería hacer el viejito piola y seguía a full con su tango.
También te generaba
rechazo el escepticismo de los que, burlones, te bardeaban al Mick, es así, en
la adolescencia se defiende a los referentes que configuran tu identidad. Con
el tiempo te diste cuenta que de más grande también lo harías. Era un signo de
lo que serías. Te brotaba esa postura de los que no se comprometen con nada ni
con nadie, aquellos a los que todo les da lo mismo, son todos iguales para
ellos. El cinismo los puede, les resulta cómodo, les da cierto aire de superioridad
sobre aquel que genera un lazo, un compromiso con algo, con alguien. Te daba
mucha bronca, decía, que bardearan a Jagger, te decían que le hacían lavajes de
estómago para sacarle la leche que se había tragado. La de Bowie. De pendejo
tales burlas generan odios y discusiones encarnizadas. Hoy te les cagarías de
risa en la cara. En ese entonces te envenenabas que daba gusto.
Los Stones seguían un
camino paralelo al de tus otros gustos musicales. Los empezaste a descubrir
cronológicamente. Te fuiste a los inicios para empezar. Arrancaste de los ’60
hacia adelante. Los hits claro. Satisfaction te infla las pelotas hoy. No es así
cuando sos un principiante. Además garpaba escuchar a los Stones. Eras casi
marginal en tu grupete. Garpaba también entre las minitas. Jugabas al oscuro y
escribías en tu pupitre I look inside myself I see my heart is black. ¿No te da un toque de vergüenza, hoy, a la
distancia? Claro, imagino que sí pero seguramente te daba piné jugar al
rebeldón niño incomprendido para hacerte el lindo con alguna chica, ¿no es
cierto? ¿Habrás ganado algo con eso truco? Posiblemente, una pena que nunca me
lo hayas contado.
Tuviste pocos
acercamientos a la guitarra. El inicio de Start me up fue uno de tales frustrados intentos.
Los otros fueron Humo sobre el agua
de Purple y The unforgiven de Metallica.
No pasaste de ahí. Las habilidades en ese rubro no te vinieron. Una pena pero
no te dejó complejos. Los Stones también estuvieron ahí.
Decía que arrancaste
cronológicamente pero no es del todo cierto. Empezaste por los clásicos, luego
los ’70, los ’80 de los Stones no requerían prestar demasiada atención. El tema
es que, de los ’70, te salteaste Exile on main street. No fue casual. Dejaste lo
mejor para el final. Como comerse una medialuna desde los extremos hacia el
centro. Allí descubriste unos Stones que no habías visto (oído). No había hits
allí que sonaran en la radio. Le entraste por Tumbling dice. Decía que no fue
casual que lo dejaras para el final. Todo lleva su tiempo, si hubieras
arrancado por allí tal vez no te hubieran gustado, todo a su tiempo, en su medida y
armoniosamente como decía el General. No estabas preparado para
empezar por Exile.
Loving cup, Torn
and frayed, Happy, Sweet Virginia, Shake your hips, todas, los Stones
a pleno.
Vinieron un día
a la Argentina. Los “dorados” ’90. El 1 a 1. Cómo no iban a venir si éramos el primer
mundo. Ahí sí que te hicieron calentar Jagger y los Stones. Se reunieron
con Menem. Te resultó una afrenta. Estabas más grandecito ya. Era lógico que te
doliera, que te rompiera soberanamente las pelotas. Te rompió menos que si
hubiera pasado cuando eras más chico, ya tenías medianamente claro que el rock
no era sólo música, también era comercio, y política ¿por qué no? Justo con
Menem. Sí, justo con él, en Olivos. ¡Qué fastidio! De todos modos hay que ser claro.
Jagger y Richards no eran el Che Guevara ni pretendían serlo. ¿Los iba a putear
por eso como Lanata que indignando se indignaba como le gusta indignarse a
Lanata reclamándoles donde estaban los que cantaban Street fighting man? ¿Qué diría hoy
Jorge de sí mismo si se viera desde afuera, no? ¿Si su propio recorrido lo
hubiera hecho otro? Y bardeaba a los Stones…
Igual los fuiste a ver a River. 50 pesos pagaste. Era un número. No tanto como
los 50 que pagaste la segunda vez que vinieron, en las postrimerías del
menemismo. Ahí dolieron mucho los 50. No te acordás si también fueron 50, los
de la primera seguro. Lo que no te olvidás es como dolió pagar la entrada de la
segunda. Los “dorados” ’90 se morían
y se llevaban puesta la mentira que habían sido y, poquito después, nos
llevarían puestos a todos.
Nos encontramos en el arco de la Almirante Brown
quedaste con unos amigos. Entraste. No había arcos. Ergo, no había amigos que
te esperarán en el arco. Te ves mirando alguno de los tantos recitales por la
tele. Telefe los transmitió. Esa puta cobra escupiendo fuego al inicio del
recital duró no más de 6, 7, 8 (cuak) segundos. Creíste que te morías cuando
estabas ahí abajo. Que la quedabas ahí. Empujándote con los rollingas. Encima fuiste
con el jardinero. Te quedaba horrible el jardinero, hay que decirlo. A casi
todo el mundo le queda mal el jardinero. A vos peor. No quiero ser cruel, sólo
soy justo. Tampoco te quedaba esa remera con la lengua en el pecho o la que
tenía el número que usaba Jagger, era el 69, no?, ¿te acordás? Ni para dormir
la debés usar hoy.
Conociste (le
entraste) a Dylan también por ellos. Y lo viste en River. Eso también fue
gracias a los Stones. Sin quererlo, sin saberlo, ayudaron a que siguieras un
camino en tu vida. Rocanrollll nenenenene…
10 de los Stones…10
de las que más te gustan…10 que no alcanzan para contar todas las que te gustan…
Paint it black http://bit.ly/AoUhxn
Wild horses http://bit.ly/9FoPwX
Waiting on a friend http://bit.ly/aKlcAx
Gimme shelter http://bit.ly/bnwwLP
Beast of burden http://bit.ly/4tnaqr
Street fighting man http://bit.ly/4KWNh
Ruby Tuesday http://bit.ly/bH24kO
Mother’s little helper http://bit.ly/zqDVj7
Rock and a hard place http://bit.ly/wf2XgV
She is a rainbow http://bit.ly/bi1D09
Realmente, compañero, cada vez me asombra mas tu capacidad de escribir, y a la vez, tu capacidad de, en pocas lineas, poner clara una situación.
ResponderEliminarPero, ademas, vinculas de una manera magistral los sucedidos con la realidad, y por si esto fuera poco (parezco vendedor de bondi) desde una optica peronista
¿Que mas se puede pedir?
Un fuerte abrazo
Muchas gracias compañero x tanto elogio!!! Fuerte abrazo!!
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