domingo, 15 de julio de 2012

25X2

Apenas estabas asomando a la adolescencia. Saliste a caminar, decidido a comprarte música. Eran los inicios de los ’90. Fuiste hasta la disquería del barrio. Discos y casettes decía el cartel del negocio. Compra y venta. Andabas con dudas. Tenías dos grupos bien diferenciados de amigos. Los del barrio, los que estaban a la moda, no por ser fashion, término inexistente en aquellos días, sino porque consumían lo que se consumía en esos tiempos, la revista 13/20, escuchaban música pop, Erasure, Depeche Mode, Rick Astley, ¿se acuerdan de Rick Astley? ¿Se escribía así? ¡Qué pelotazo ese muchacho!

Tus otros amigos escuchaban otra cosa. Eran los del fútbol. Escuchaban rock, nacional e internacional. No tenías aún muy clara la diferencia entre unos y otros musicalmente. Hacía chirolas que tenías tu primer radiograbador. Para Navidad te lo habían regalado tus viejos. Te lo dieron con Languis, disco ultra pedorro de Soda Stereo. Papá Noel ya era historia y menos mal que así fuera pues de no ser así hubieras tenido serios problemas. Estabas en la duda decía. La duda era Depeche Mode o Rolling Stones. Braden o Perón. No habías escuchado mucho a los Stones. Era la época de los asaltos, de los lentos, de las primeras franelas.

Llegaste a la disquería. La duda pudo más. Fuiste, entraste y no te compraste nada. Pero la idea la tenías fija. Pronto lo harías. Ligaste unas vacaciones de garrón a Santa Teresita. Un gomazo fueron, para qué negarlo. Casi lo único que te dejó el viaje fue que te compraste un casette. Cuando llegaste a Retiro no tenías ni para el bondi. Zafaste que te fueron a buscar que si no te volvías a dedo. No sabés bien porque pero te decidiste por los Stones. Steel Wheels fue el casette que te compraste. Tenía pegada la calcomanía con el nombre de la disquería. Sin quererlo, sin saberlo elegiste un camino. El camino del rock. Evidentemente la moda no era lo tuyo.

Al poco tiempo los amigos del barrio también escuchaban eso. Los ’80, con su impronta modernosa los había abandonado. Dibujar la lengua en las paredes del barrio, en cualquier columna, en las carpetas del colegio era todo un desafío. Y también una búsqueda de identidad en un tiempo en el cual las identidades desaparecían. Parecía que desaparecerían definitivamente. El fin de la historia se insinuaba amenazante. El muro de Berlín y el comunismo estaban a punto de caer. No se terminó la historia. La historia no tiene fin, se construye día a día. Cómo verlo en ese momento si apenas podías ver más allá de esa lengua que forjaba tu identidad personal, un tiempo personal en el cual estabas construyendo tu propia identidad. Te salía para el orto la lengua, deberías reconocerlo. No era fácil dibujarla. En realidad a todos los que lo intentaban les salía mal. Sólo que a vos te podían decir que era una cagada. No eras muy grande. El matoncito de tu grupo, el que te tenía bajo su ala, el que te bancaba por tus habilidades futboleras que implicaban que jugaras para él porque eras garantía de triunfo, también hacía la lengua. Y no le salía mejor que a vos. Pero ¿quién le iba a decir que era así? ¿Quién se iba a animar si lo más probable fuera que te surtiera si se lo decías? No le convenía a nadie hacerlo enojar. A vos menos. Era tu padrino. Su presencia era sinónimo de protección. Pragmatismo, peronismo, why not?

Después de Steel wheels el recorrido fue zigzagueante. Te fuiste hacia el metal. Pero los Stones seguían ahí. Los Stones les dijiste siempre. Siempre te generaron bronca los que les decían los Rolling. O eran advenedizos o eran viejos que no cachaban un fulbo y se querían hacer los viejitos piolas y a esa edad, la tuya, los viejos no te cabían ni ahí. Los viejos en la tribuna como decía tu viejo que no se quería hacer el viejito piola y seguía a full con su tango.

También te generaba rechazo el escepticismo de los que, burlones, te bardeaban al Mick, es así, en la adolescencia se defiende a los referentes que configuran tu identidad. Con el tiempo te diste cuenta que de más grande también lo harías. Era un signo de lo que serías. Te brotaba esa postura de los que no se comprometen con nada ni con nadie, aquellos a los que todo les da lo mismo, son todos iguales para ellos. El cinismo los puede, les resulta cómodo, les da cierto aire de superioridad sobre aquel que genera un lazo, un compromiso con algo, con alguien. Te daba mucha bronca, decía, que bardearan a Jagger, te decían que le hacían lavajes de estómago para sacarle la leche que se había tragado. La de Bowie. De pendejo tales burlas generan odios y discusiones encarnizadas. Hoy te les cagarías de risa en la cara. En ese entonces te envenenabas que daba gusto.

Los Stones seguían un camino paralelo al de tus otros gustos musicales. Los empezaste a descubrir cronológicamente. Te fuiste a los inicios para empezar. Arrancaste de los ’60 hacia adelante. Los hits claro. Satisfaction te infla las pelotas hoy. No es así cuando sos un principiante. Además garpaba escuchar a los Stones. Eras casi marginal en tu grupete. Garpaba también entre las minitas. Jugabas al oscuro y escribías en tu pupitre I look inside myself I see my heart is black. ¿No te da un toque de vergüenza, hoy, a la distancia? Claro, imagino que sí pero seguramente te daba piné jugar al rebeldón niño incomprendido para hacerte el lindo con alguna chica, ¿no es cierto? ¿Habrás ganado algo con eso truco? Posiblemente, una pena que nunca me lo hayas contado.

Tuviste pocos acercamientos a la guitarra. El inicio de Start me up fue uno de tales frustrados intentos. Los otros fueron Humo sobre el agua de Purple y The unforgiven de Metallica. No pasaste de ahí. Las habilidades en ese rubro no te vinieron. Una pena pero no te dejó complejos. Los Stones también estuvieron ahí.

Decía que arrancaste cronológicamente pero no es del todo cierto. Empezaste por los clásicos, luego los ’70, los ’80 de los Stones no requerían prestar demasiada atención. El tema es que, de los ’70, te salteaste Exile on main street. No fue casual. Dejaste lo mejor para el final. Como comerse una medialuna desde los extremos hacia el centro. Allí descubriste unos Stones que no habías visto (oído). No había hits allí que sonaran en la radio. Le entraste por Tumbling dice. Decía que no fue casual que lo dejaras para el final. Todo lleva su tiempo, si hubieras arrancado por allí tal vez no te hubieran gustado, todo a su tiempo, en su medida y armoniosamente como decía el General. No estabas preparado para empezar por Exile. Loving cup, Torn and frayed, Happy, Sweet Virginia, Shake your hips, todas, los Stones a pleno.

Vinieron un día a  la Argentina. Los “dorados” ’90. El 1 a 1. Cómo no iban a venir si éramos el primer mundo. Ahí sí que te hicieron calentar Jagger y los Stones. Se reunieron con Menem. Te resultó una afrenta. Estabas más grandecito ya. Era lógico que te doliera, que te rompiera soberanamente las pelotas. Te rompió menos que si hubiera pasado cuando eras más chico, ya tenías medianamente claro que el rock no era sólo música, también era comercio, y política ¿por qué no? Justo con Menem. Sí, justo con él, en Olivos. ¡Qué fastidio! De todos modos hay que ser claro. Jagger y Richards no eran el Che Guevara ni pretendían serlo. ¿Los iba a putear por eso como Lanata que indignando se indignaba como le gusta indignarse a Lanata reclamándoles donde estaban los que cantaban Street fighting man? ¿Qué diría hoy Jorge de sí mismo si se viera desde afuera, no? ¿Si su propio recorrido lo hubiera hecho otro? Y bardeaba a los Stones… Igual los fuiste a ver a River. 50 pesos pagaste. Era un número. No tanto como los 50 que pagaste la segunda vez que vinieron, en las postrimerías del menemismo. Ahí dolieron mucho los 50. No te acordás si también fueron 50, los de la primera seguro. Lo que no te olvidás es como dolió pagar la entrada de la segunda. Los “dorados” ’90 se morían y se llevaban puesta la mentira que habían sido y, poquito después, nos llevarían puestos a todos.

Nos encontramos en el arco de la Almirante Brown quedaste con unos amigos. Entraste. No había arcos. Ergo, no había amigos que te esperarán en el arco. Te ves mirando alguno de los tantos recitales por la tele. Telefe los transmitió. Esa puta cobra escupiendo fuego al inicio del recital duró no más de 6, 7, 8 (cuak) segundos. Creíste que te morías cuando estabas ahí abajo. Que la quedabas ahí. Empujándote con los rollingas. Encima fuiste con el jardinero. Te quedaba horrible el jardinero, hay que decirlo. A casi todo el mundo le queda mal el jardinero. A vos peor. No quiero ser cruel, sólo soy justo. Tampoco te quedaba esa remera con la lengua en el pecho o la que tenía el número que usaba Jagger, era el 69, no?, ¿te acordás? Ni para dormir la debés usar hoy.

Conociste (le entraste) a Dylan también por ellos. Y lo viste en River. Eso también fue gracias a los Stones. Sin quererlo, sin saberlo, ayudaron a que siguieras un camino en tu vida. Rocanrollll nenenenene…

10 de los Stones…10 de las que más te gustan…10 que no alcanzan para contar todas las que te gustan…
Paint it black   http://bit.ly/AoUhxn
Wild horses   http://bit.ly/9FoPwX
Waiting on a friend   http://bit.ly/aKlcAx
Gimme shelter   http://bit.ly/bnwwLP
Beast of burden   http://bit.ly/4tnaqr
Street fighting man   http://bit.ly/4KWNh
Ruby Tuesday   http://bit.ly/bH24kO
Mother’s little helper   http://bit.ly/zqDVj7
Rock and a hard place   http://bit.ly/wf2XgV
She is a rainbow   http://bit.ly/bi1D09





2 comentarios:

  1. Realmente, compañero, cada vez me asombra mas tu capacidad de escribir, y a la vez, tu capacidad de, en pocas lineas, poner clara una situación.
    Pero, ademas, vinculas de una manera magistral los sucedidos con la realidad, y por si esto fuera poco (parezco vendedor de bondi) desde una optica peronista
    ¿Que mas se puede pedir?
    Un fuerte abrazo

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    1. Muchas gracias compañero x tanto elogio!!! Fuerte abrazo!!

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