sábado, 16 de junio de 2012

16 de Junio


Pensaste que era un día más, un día cualquiera, común y corriente, un día como los que solías vivir habitualmente en aquellos años. Sin estridencias. Eran años especiales para vos. Sabías bien porque pero te habías acostumbrado. A lo bueno uno se acostumbra fácil suele decirse. No te lo planteabas demasiado, a esa altura no pensabas guau, ¡qué momento histórico! No. Ya se te había hecho carne, parecía que siempre había sido así.

Tenías que ir al centro. No te gustaba ir al centro, preferías la vida tranquila del conurbano cuando aún no se llamaba conurbano ni decir conurbano tenía una connotación despectiva, delincuencial casi. Vivías en lo que se iba a denominar conurbano, la vida suburbana, el barrio donde todos se conocen con todos, el lugar en el cual solía preguntarse dónde quedaba determinada calle o dirección y la referencia solía ser un almacén, un kiosco, un portón pintado de un color determinado que lo volvía singular. Allí vivías, una vida tranquila, de la casa al trabajo y del trabajo a casa como decía el General. Pero tenías que ir al centro.

Ir al centro era toda una expedición para vos. Un aventura. Ir al centro se decía. Era sinónimo de lejanía, de luces, de otro mundo prácticamente. Debías hacer un trámite. La última vez que habías ido había sido el primero de mayo. Había sido una fiesta, tu fiesta, la fiesta del trabajador peronista, de la trabajadora en tu caso. Trabajabas en una fábrica textil. Soy operaria solías decir orgullosa. Parecía que siempre habías trabajado y la realidad es que no fue así. Empezaste a trabajar en tu casa, con la máquina de coser. No te gustaba mucho pero había que hacerlo. Sumaba unos pesitos. Cuando pintó la oportunidad de la fábrica no la desaprovechaste. Era otra historia. También otra plata. Movilidad social ascendente le llamarían posteriormente, vos no pero bien sabías que vivías mejor que algunos años atrás, no provenías de una familia indigente pero tampoco les sobraba nada. No entraban en los parámetros que suelen caracterizar a la clase media. Zafaban a duras penas. Eras parte del espacio al que el peronismo le puso nombre: Pueblo. Y desde que fuiste operaria te sentiste más pueblo aún. Por eso ibas los primeros de mayo a la plaza.

Decía que fuiste al centro a hacer un trámite, no importa cuál en este momento, lo que cuenta es que te pudiste tomar el día. A tu hijo lo dejaste en la escuela. Como cada mañana lo hacías. Le diste un beso, le frotaste el pelo húmedo y frío y lo viste rajar a los piques hacia adentro del cole. Al llegar a la puerta se dio vuelta, como cada mañana, te miró, sonrió y te tiró un beso. Cumplió el rito de cada mañana. Notaste que, a medida que crecía, los besos que te tiraba eran más disimulados, menos evidentes, sabías que no era porque te quería menos sino por el hecho de que a un nene de la edad del tuyo ya le cuesta un poco más ser demasiado vehemente con la madre, le da un poco de vergüenza y es lógico. No quería quedar como un mamero delante de sus compañeritos. Por ello valorabas más que se diera vuelta para saludarte. Vos también le tiraste un beso, vos no fuiste disimulada, no te importaba quedar como una babosa con tu bebé. Siempre sería tu bebé pero evitabas decírselo en público para no incomodarlo.

Iba contento el gurrumín esa semana. Si bien su River, el de su padre también, había empatado con Lanús el domingo anterior, seguía prendido en la lucha por el título. A la postre sería campeón, al igual que los dos años siguientes completando el tricampeonato. Ni tu marido ni el pibe sabían que ese triplete sería la despedida de una época triunfal y que entrarían en el ostracismo de victorias por los 18 años posteriores. Fue el exilio de River en una época de exilios famosos. Tampoco imaginaba ninguno de ustedes (y ésto sí te interesaba dado que el fútbol a vos ni fu ni fa salvo para ver a tu marido y a tu hijo felices) que quien marcharía al exilio por 18 años sería Perón, que se acabarían los años felices de los que tanto escribiría Soriano, los años de la patria peronista, los años que parecían que jamás acabarían.

Anduviste toda la mañana por el centro, todo parecía normal, había muchos rumores sobre el General, la Iglesia, los gorilas, los contreras y todo ese asunto. Te preocupaba realmente el tema pero tampoco le diste demasiada trascendencia. No se hablaba mucho en la calle de lo que pasaba, no tenías blackberry, no había twitter así que imaginate. De todos modos tenías cierto grado de tranquilidad. El General siempre estaría para cuidarte, a vos y a los tuyos aunque ya no estuviera Evita. El General sabía lo que hacía.

Anduviste rato largo por el centro, de aquí para allá. Ya que estabas en el centro para hacer algunas compras, en el centro se consiguen más cosas, cosas que en el suburbio no se encuentran. De golpe, pasado el mediodía sentiste aviones que sobrevolaban la plaza de mayo, la plaza de Perón. Asumiste que se trataba de un desfile militar del que no tenías noticias. Miraste para arriba, no volaban muy alto, al menos eso te pareció, esa fue la sensación que tuviste. Viste una cruz pintada en los aviones, debajo de ella, de la cruz una V, estaban ubicadas tal como lo estarían la P de Perón y la V de vuelve que la resistencia peronista pintaría en los años del exilio de Perón del que ese 16 de junio no tenías ni puta idea. Las vueltas de la vida.

El asunto es que viste la cruz y la V. No entendías que significaba hasta que leíste la inscripción Cristo Vence. Son los contreras alcanzaste a pensar cuando sentiste un estallido que te aturdió. No distinguiste si cayó cerca o lejos la bomba pero el ruido fue infernal. Infernal, qué paradoja, Cristo Vence y el ruido infernal aturdiéndote. Comenzaste a correr, como todos, como muchos, los que ya estaban muertos al primer bombazo no tuvieron ni chance de correr. Pronto vos tampoco. Corriste sin saber a dónde ir. Corriste, el estruendo seguía, los gritos el dolor la sangre también, a esa altura ya te ensordecían más los gritos el dolor la sangre que las bombas que seguían cayendo. Corriste hasta que no pudiste correr más. No sabés que te golpeó, qué te pegó, lo cierto es que de repente te viste en el suelo y no entendías porque estabas en el suelo sino te habías tropezado con nada. Hasta que te miraste la pierna, en realidad la no pierna, ya no estaba allí, no estaba tu pierna, ¿cómo es posible que no tenga mi pierna si yo hasta recién estaba corriendo?. No la tenías. Miraste al cielo otra vez y te preguntaste ¿a quién vence Cristo?, ¿por qué querría Cristo vencerme a mí si yo voy a misa, tomé la comunión, creo en Dios y en la Viírgen, cuido a mi familia, trabajo, vengo al centro? ¿por qué? No creo que Cristo quiera vencerme. Pero lo que no entiendo es ¿por qué los que invocan a Cristo y dicen que Vence me tiran bombas a mí, a mi pueblo, a mi plaza…por qué es la plaza de Perón? ¿por qué soy peronista? ¿Sólo por eso nos tiran bombas, nos matan, me roban mi pierna? ¿Me causan tanto dolor? ¿Nos masacran como nos están masacrando?. Te quedaste en el suelo. Qué más podías hacer, pensaste en tu marido, en tu hijo, en Perón, en Evita y Dios y le pediste que te deje de doler, que te devuelva tu pierna, que los que invocaban el nombre de su hijo (el de Dios) dejaran de tirar bombas. Pero no lo hicieron. Siguieron y recién empezaban. 





6 comentarios:

  1. Conmovedor texto, lo compartiré...
    Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Me alegro q t haya gustado y conmovido! Gracias x difundirlo! Abrazo!

      Eliminar
  2. La redacción sencilla y cálida que se comprime y congela dolorosamente en esa imagen absolutamente real da una idea de lo que fue aquél fatídico 16 de junio de hace 57 años. Estaba neblinoso y frío, con una llovizna que parecía anticipar el dolor que sobrevendría apenas pasado el mediodía.
    Ese cobarde ataque fue el verdadero "bautismo de fuego" de la aviación naval, no el del episodio de Malvinas como muchos han tratado de hacernos creer.
    A lo largo de los casi 60 años transcurridos ha habido una suerte de inmundo pacto de silencio con respecto a aquella luctuosa jornada.
    Y no se trató de un ataque terrorista sino de NUESTRAS PROPIAS FUERZAS ARMADAS, armadas contra el pueblo, como siempre. Como las de la Patagonia rebelde de principio de los 20s, las del 30 de setiembre de 1930, las del conato de sublevación del 28 de setiembre de 1951, ó las que detentaron el poder desde el 16 de setiembre de 1955, a partir del 29 de marzo de 1962, del 28 de junio de 1966 y - como digno broche negro - del 24 de marzo de 1976.
    Pero en aquel tristísimo 16 de junio de 1955 en que la muerte llegó desde el aire, las víctimas como la mujer de la fotografía, más de 300 MUERTOS y más de 700 HERIDOS, pusieron de manifiesto el grado de inhumanidad y crueldad de quienes tres meses después llevarían a cabo la "Revolución Libertadora".
    Muchos de los responsables fueron más tarde miembros de distintos gobiernos. NINGUNO fue penado por ese crimen imperdonable.
    Es que ese es el eterno método de la despreciable derecha. Obtener por medio de la violencia lo que jamás podrá alcanzar por métodos realmente democráticos y republicanos, respetando la voluntad del pueblo y acatando las leyes y la Constitución.

    En la actualidad, afortunadamente se han producido muchos cambios. El metal enemigo de tanques y aviones ahora se emplea en la fabricación de cacerolas.

    Saludos
    Tilo, 71 años

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias Tilo x tus aportes permanentes, x tus palabras y x tu memoria siempre presente. Abrazo!

      Eliminar
  3. Que horror! te juro q no supe nada de eso hasta muchisimos años despues. En mi casa el antiperonismo era brutal. Me contaban como festejaba la gente con banderas x la calle. Hace poco tiempo (10) años q entendi y supe realmente lo q sucedio. Por eso me hice K. Conmovedor tu relato. Triste y olvidado

    ResponderEliminar
  4. Payasada total el cuentito este.

    Pronto caerán más bombas, y los CHORROS kakudos, inmundos peronistas volverán a pagar con sangre el LATROCINIO que están cometiendo.

    El kircherismo, el peronismo, y todos estos NAZIS DEL ORTO que están hoy en el gobierno son unas bestias que lo único que saben es ROBAR, ROBAR Y ROBAR.

    ResponderEliminar