Ya
pasaron más de 20 días de las PASO. La pomadita Manzán ya cicatrizó un poco los
efectos no deseados de la Massita que nos dieron en las elecciones primarias.
Es tiempo ya de decir algo al respecto, al menos de mi parte dado que se ha
dicho y mucho, desde la prensa opositora y desde los sectores afines (que en el
fondo son los que realmente nos interesan, no porque no nos importe lo que
opinan los demás sino por el hecho de que resulta importante conocer que
piensan los compañeros con respecto a la derrota sufrida el 11 de agosto).
Recuperarse
del golpe es tarea ineludible, asumirlo, digerirlo y para ello resulta
prudente dejar que decante un poco el bullicio
post resultado. Reconocerse a uno mismo en la derrota, saber adónde vamos y asumir
que es lo que quieren ellos, los triunfadores de la contienda. Sabemos que
muchos, pese al discurso público en el que la juegan de moderados, de
republicanos, apuntan a ir a fondo contra la experiencia que vivimos los
últimos 10 años, ellos van por todo y ese todo por el que van somos nosotros,
cambiaron la metodología pero sabemos que algunos no cambian nunca. Igual que al
peronismo en el 55, si pudieran nos borrarían, no nos dejarían ni el nombre como le hace decir Jotapé Feinmann a
Evita en un diálogo con Discepolín. No sólo quieren la victoria electoral sino que
lo que buscan es borrar estos 10 años, hacer como si no hubieran existido nunca.
Toman la idea de Ricky Forster sobre la anomalía argentina que representa el
kirchnerismo pero en el sentido inverso. Para nosotros ya no es una anomalía,
ya la asumimos como una experiencia histórica propia, compartida. Ellos pretenden
que se quede en anomalía, un momento acotado, equivocado, un error de la Matrix
que se subsanará indefectiblemente. ¿Pastilla azul o roja?, that is the
question. Allá ellos, dije que no me importaba demasiado y ya les dediqué un
párrafo. Suficiente. Ya está dicho y lo sabemos, por eso también nos pegó tan
duro la derrota, porque sabemos lo que se viene si perdemos y como dijo un compañero
“perder nunca es una opción porque el que
pierde es el pueblo”.
Vamos a
lo nuestro, leamos un par de cuestiones que me parecen importantes a la hora de
analizar el golpazo.
Tratemos de
descular un poco el asunto para saber en qué le pifiamos nosotros, en que
pudimos ser mejores y no lo fuimos, en qué nos equivocamos. Lo primordial para
barajar y dar de vuelta es asumir la derrota. Perdimos. No debemos quedarnos en
ese asunto de primera minoría nacional aunque técnicamente así sea. Hay que hacerse
cargo. Mucho ya se ha dicho y escrito al respecto en el último mes. Nos comimos
la galletita del 54% y nos llenamos de soberbia. No lo digo mal pero es una
realidad. Cada vez que nos bardeaban por algo enseguida les chantábamos “eeehh…ganá una elección, sacamos el 54, armate
un partido y ganá”. Bueno. Lo hicieron y nos vacunaron feo.
De todos
modos tampoco me parece que nos debamos quedar en el tema de la soberbia propia
exclusivamente para analizar algunos de los ejes del traspié electoral. Hablamos
mucho de la democracia, de la voluntad popular, de lo que elige el pueblo. Ok,
entonces hagámoslo carne también y no dramaticemos pues de lo contrario caemos
en una soberbia inversa a la expuesta anteriormente. No sólo se pierden
elecciones porque “nosotros hicimos todo
mal”. Démosle al pueblo la posibilidad de elegir otras opciones, a veces la
gente (hace un tiempito escuché la siguiente frase, para enmarcar, “la gente es el pueblo con 3g”, no me
digan que no es por demás ingeniosa) elige otra opción y está en todo su
derecho. ¿O me van a decir que siempre todos votamos como votan las mayorías? No jodamos. A veces no
votamos en consonancia. Es preciosa la frase “prefiero equivocarme con el pueblo que acertar solo” y está buenísima
como norte, como una forma de no creerse una vanguardia iluminada que entiende
lo que el pueblo necesita aún cuando el pueblo no se dé cuenta pero tampoco nos
creamos que somos los únicos depositarios de la verdad. Nos podemos equivocar y
de hecho lo hicimos pero no nos creamos que a los únicos que se puede votar es
a nosotros. Es el juego de la democracia. Tampoco se debe desestimar por
completo la influencia que tiene el hecho de que se trate de elecciones
legislativas, remember 2009 y luego 2011. No eximen de responsabilidades estas
reflexiones pero son cuestiones a tener en cuenta a la hora de pensar en las
elecciones y los que tenemos más de 30 sabemos que se suele perder mucho más de
lo que se gana en la vida política de un país. Ni hablar de los que tienen más
de 30, ellos sí que saben y vivieron trágicamente en carne propia lo que es
perder.
Mucho ya fue
dicho y escrito dije hace un ratito nomás y la autocrítica fue realizada por
compañeros. Es un punto importante que desde nuestras propias filas surja la
crítica dura, explícita, es sano, es un signo de vitalidad política de puta
madre y es lo que vuelve dinámico al peronismo. La crítica interna sirve, esa
boludez que los gorilas (los propios y los de afuera) definen con la sentencia “parece que se están matando y se están
reproduciendo.” Evidentemente quienes intentan entender desde esa
concepción al peronismo están complicados, la crítica es parte vital del
movimiento. Se dio en tiempos de la Resistencia, ni que hablar sobre lo que se
debatió y revisó la década del 70. Por eso se recicla el peronismo, porque pese
a que se suele señalar que es una corte de adulones siempre hay sectores que
miran críticamente hacia adentro, pasa que los trapitos sucios no se ventilan a
la vista de todos, se critica y mucho adentro por más que después en la Plaza
todos aplaudamos. Y mucho más se revisa cuando se pierde. Claro que sí. Se han enumerado
y profundizado en diferentes espacios los temas más candentes que pudieron
haber influido en el resultado electoral: la economía que claramente no funca a
todo trapo como en 2010-2011; el famoso cepo al dólar que influye en el ánimo y
percepción de lo que sucede con la economía en amplios sectores sociales; las
tragedias de Once y Castelar y el manejo de subsidios estatales que refleja uno
de los aspectos más conflictivos de la gestión kirchnerista (más allá de
ciertas mejoras en el transporte en algunos aspectos no caben dudas que es un
asunto que se encuentra lejos de ser óptimo); el desgaste que implican 10 años
al frente de la gestión; la falta de contención política a quienes nos
acompañaron en algún momento y el rol de los distintos líderes locales; la
sobreestimación de la participación política ciudadana y de la influencia de la
militancia sobre el territorio; las denuncias de corrupción y el boom Lanata desde
su programa dominguero sumado al permanente bombardeo de los medios opositores.
La combinación de tantos factores de tan amplio espectro seguramente tuvo su
incidencia en el castigo electoral que se produjo el 11 de agosto. Ninguno de
estos elementos debe ser ninguneado, es un combo explosivo y a ello se suma el
hecho de que por primera vez en mucho tiempo la oposición (léase en toda la
amplitud de la palabra, no sólo oposición político-partidaria) encontró
candidatos y alianzas que resultaron atractivas para el electorado. No parece
ser la situación idéntica a la de 2009. En aquella ocasión y particularmente en
el tema de la victoria del Colorado sobre Néstor daba la sensación de exclusivo
invento mediático. Hoy parece algo distinta la situación, de todos modos no hay
que volverse locos, hay que ver cómo evoluciona el incipiente armado.
Hemos repetido
hasta el cansancio que los momentos más virtuosos del kirchnerismo fueron los
posteriores a elecciones flojas y a momentos de debilidad. Puede que sea
cierto. Lo vivimos en los años iniciales de Néstor tras el 22% y luego del
revés de 2009. En principio estaría bueno decir que se nota que, al menos, se
tomó nota de la caída. El tema del tope de Ganancias es un claro reflejo de
ello, también la reunión con empresarios y sindicalistas. Se responde desde los
hechos y no desde las palabras (es la esencia del peronismo) ni tampoco autoflagelándose.
En esa tesitura se parecía estar cuando pintó la locura con el tema de que
ganamos en la Antártida y en la comunidad Qom. Démosle un crédito a la Jefa, si
no nos ponemos como el roña Nelson Castro que dice que está chapita. No es
autista, escucha lo que dicen las urnas pero no va a salir al otro día a decir
que somos los peores y los más giles de la cuadra. Ya Néstor decía que “No hay que darse con un martillo en los dedos”
cuando se pierde, que hay que redoblar esfuerzos desde la gestión y siempre con
alegría.
Una cosita
con el tema de Néstor. No caigamos en el nestorismo al pedo. Se cita lo de Carta
Abierta en el Parque Lezama como una muestra de que bajaba a escuchar al pueblo
en contraste con una presunta forma cerrada de hacer política de Cristina. Paremos
la moto un toque. Néstor bajó porque debe haber considerado que él también estaba
alejado del pulso de la calle. Se me confunde si ese encuentro se produjo
después del voto no positivo de Cobos o tras la derrota con el Colo. El punto es
que bajó en la derrota. Se dice también que contenía a los compañeros del
conurbano, a los intendentes, a los gobernadores y que Cristina no lo hace. No lo
hace del mismo modo al menos. Puede que sea así. Pero ¿influye tanto eso? A lo
mejor sí, no lo sé. Pero Néstor perdió con De Narváez loco. En serio, no
jodamos.
Además tampoco
nos olvidemos de donde vienen, quienes son y cómo se maneja el peronismo
históricamente. ¿O nos vamos a creer que Perón llamaba a alguien a ver que
hacía con tal o cual cosa? Posta. Nos guste más o menos el peronismo no es
asambleario muchachos. Uno conduce y el resto acompaña, ¿hay maltratos? Si, los
hay, no es un club de amigos, como dijo Román, yo acá no vengo a hacer amigos. No
niego la importancia que tiene la contención política, claro que no pero no nos
creamos que quienes se nos fueron o no acompañaron se piantaron exclusivamente
por eso. No olvidemos que no hay reelección, no es joda, eso influye, cada cual
atiende su juego y es lógico que así sea.
Por otra
parte no olvidemos un par de cuestiones que debemos revisar al margen de lo que
tiene que ver estrictamente con la interna peronista. Uno: el ciudadano-votante quiere siempre un poco más. Es así y está
bien. No le podemos seguir diciendo que el 2001 era todo un desastre. Es la
verdad, obvio, y también lo es que lo que tenemos hoy no está garantizado para
siempre y que dependiendo de quién gobierne puede darse vuelta. Pero la
realidad es que hoy se ve menos eso y se resaltan los defectos.
Pensémoslo
en términos históricos. En el 55, con una década de desgaste, con la economía
con problemas una vez superada la posguerra por las potencias, con la sensación
de que lo conseguido no sería puesto en duda, no salieron millones a defender
lo conseguido. Uno, como parte de un pueblo, se relaja un poco, es sociología
barata, lo sé. Pero comparemos la reacción del 55 con la que se dio en los 60 y
70 cuando se veía que Perón no volvía y que las conquistas de a poco iban
retrocediendo. Es abismal la diferencia.
Otro ejemplo
histórico, más reciente. El Amira-gate en los inicios del gobierno de Menem.
¿Por qué no influyó electoralmente como sí influyeron los hechos de corrupción en
la derrota del 99? Estábamos saliendo de la hiperinflación, se hace la vista
gorda, pegan menos los defectos. Me parece que a veces subestimamos como factor
la cuestión de las turbulencias económicas y el desgaste de la gestión. Tras la
derrota de 2009 nos comimos un poco la galletita de la Ley de Medios, el Bicentenario
y el cambio de ánimo social, el matrimonio igualitario, la AUH. Considero que
la asignación tiene una incidencia directa que las otras medidas no tienen en
términos político-electorales (la influencia de las otras medidas tiene una
incidencia que tiene más que ver con la iniciativa política que demuestra el
gobierno ante la opinión pública tras la derrota. Claro que eso también es
importante). Hoy no alcanza sólo con comer. El pueblo quiere más y está
perfecto que así sea. La economía define. No invento nada. 2010 y 2011
disimularon dificultades a la hora de construir política y nos ensoberbecieron.
El 54% no era real. El crecimiento económico primero y la muerte de Kirchner luego
(que puso en perspectiva histórica al pueblo con respecto a su gobierno) consolidaron
ese porcentaje. Había posibilidad de reelección además.
Dos y vamos cerrando: la batalla
con Clarín hoy está perdida. ¿Hay que darla? Si claro pero existe un hartazgo social
al respecto y hoy la balanza se inclina hacia ellos en la consideración popular
así como en su momento la exacerbación de Clarín contra el gobierno le jugó en
contra. No debemos desestimar la influencia de los medios pero vivir pegados a
ese conflicto me parece que no está sumando demasiado.
Tres y final: me parece que gran
parte de la derrota tiene que ver con el hecho de que se proyectó en la TV
Pública la serie En terapia. Era buenísima pero la gente fue a votar medio
bajón, medio depre y así nos fue. Ahora que ponen a Capusotto van a verrrr…(?).
Se verá
cómo evoluciona el asunto pero la historia reciente del peronismo y su
expresión actual el kirchnerismo no permite creer que no podemos mejorar. Desde
el llano (como propone el compañero Morales Solá (?)), discutiendo con el
pueblo y los compañeros. Como más nos gusta. Paso a paso como dice el filósofo
Mostaza…