domingo, 1 de septiembre de 2013

Paso a paso

Ya pasaron más de 20 días de las PASO. La pomadita Manzán ya cicatrizó un poco los efectos no deseados de la Massita que nos dieron en las elecciones primarias. Es tiempo ya de decir algo al respecto, al menos de mi parte dado que se ha dicho y mucho, desde la prensa opositora y desde los sectores afines (que en el fondo son los que realmente nos interesan, no porque no nos importe lo que opinan los demás sino por el hecho de que resulta importante conocer que piensan los compañeros con respecto a la derrota sufrida el 11 de agosto).

Recuperarse del golpe es tarea ineludible, asumirlo, digerirlo y para ello resulta prudente  dejar que decante un poco el bullicio post resultado. Reconocerse a uno mismo en la derrota, saber adónde vamos y asumir que es lo que quieren ellos, los triunfadores de la contienda. Sabemos que muchos, pese al discurso público en el que la juegan de moderados, de republicanos, apuntan a ir a fondo contra la experiencia que vivimos los últimos 10  años, ellos van por todo y ese todo por el que van somos nosotros, cambiaron la metodología pero sabemos que algunos no cambian nunca. Igual que al peronismo en el 55, si pudieran nos borrarían, no nos dejarían ni el nombre como le hace decir Jotapé Feinmann a Evita en un diálogo con Discepolín. No sólo quieren la victoria electoral sino que lo que buscan es borrar estos 10 años, hacer como si no hubieran existido nunca. Toman la idea de Ricky Forster sobre la anomalía argentina que representa el kirchnerismo pero en el sentido inverso. Para nosotros ya no es una anomalía, ya la asumimos como una experiencia histórica propia, compartida. Ellos pretenden que se quede en anomalía, un momento acotado, equivocado, un error de la Matrix que se subsanará indefectiblemente. ¿Pastilla azul o roja?, that is the question. Allá ellos, dije que no me importaba demasiado y ya les dediqué un párrafo. Suficiente. Ya está dicho y lo sabemos, por eso también nos pegó tan duro la derrota, porque sabemos lo que se viene si perdemos y como dijo un compañero “perder nunca es una opción porque el que pierde es el pueblo”.

Vamos a lo nuestro, leamos un par de cuestiones que me parecen importantes a la hora de analizar el golpazo.
Tratemos de descular un poco el asunto para saber en qué le pifiamos nosotros, en que pudimos ser mejores y no lo fuimos, en qué nos equivocamos. Lo primordial para barajar y dar de vuelta es asumir la derrota. Perdimos. No debemos quedarnos en ese asunto de primera minoría nacional aunque técnicamente así sea. Hay que hacerse cargo. Mucho ya se ha dicho y escrito al respecto en el último mes. Nos comimos la galletita del 54% y nos llenamos de soberbia. No lo digo mal pero es una realidad. Cada vez que nos bardeaban por algo enseguida les chantábamos “eeehh…ganá una elección, sacamos el 54, armate un partido y ganá”. Bueno. Lo hicieron y nos vacunaron feo.  

De todos modos tampoco me parece que nos debamos quedar en el tema de la soberbia propia exclusivamente para analizar algunos de los ejes del traspié electoral. Hablamos mucho de la democracia, de la voluntad popular, de lo que elige el pueblo. Ok, entonces hagámoslo carne también y no dramaticemos pues de lo contrario caemos en una soberbia inversa a la expuesta anteriormente. No sólo se pierden elecciones porque “nosotros hicimos todo mal”. Démosle al pueblo la posibilidad de elegir otras opciones, a veces la gente (hace un tiempito escuché la siguiente frase, para enmarcar, “la gente es el pueblo con 3g”, no me digan que no es por demás ingeniosa) elige otra opción y está en todo su derecho. ¿O me van a decir que siempre todos votamos como  votan las mayorías? No jodamos. A veces no votamos en consonancia. Es preciosa la frase “prefiero equivocarme con el pueblo que acertar solo” y está buenísima como norte, como una forma de no creerse una vanguardia iluminada que entiende lo que el pueblo necesita aún cuando el pueblo no se dé cuenta pero tampoco nos creamos que somos los únicos depositarios de la verdad. Nos podemos equivocar y de hecho lo hicimos pero no nos creamos que a los únicos que se puede votar es a nosotros. Es el juego de la democracia. Tampoco se debe desestimar por completo la influencia que tiene el hecho de que se trate de elecciones legislativas, remember 2009 y luego 2011. No eximen de responsabilidades estas reflexiones pero son cuestiones a tener en cuenta a la hora de pensar en las elecciones y los que tenemos más de 30 sabemos que se suele perder mucho más de lo que se gana en la vida política de un país. Ni hablar de los que tienen más de 30, ellos sí que saben y vivieron trágicamente en carne propia lo que es perder.

Mucho ya fue dicho y escrito dije hace un ratito nomás y la autocrítica fue realizada por compañeros. Es un punto importante que desde nuestras propias filas surja la crítica dura, explícita, es sano, es un signo de vitalidad política de puta madre y es lo que vuelve dinámico al peronismo. La crítica interna sirve, esa boludez que los gorilas (los propios y los de afuera) definen con la sentencia “parece que se están matando y se están reproduciendo.” Evidentemente quienes intentan entender desde esa concepción al peronismo están complicados, la crítica es parte vital del movimiento. Se dio en tiempos de la Resistencia, ni que hablar sobre lo que se debatió y revisó la década del 70. Por eso se recicla el peronismo, porque pese a que se suele señalar que es una corte de adulones siempre hay sectores que miran críticamente hacia adentro, pasa que los trapitos sucios no se ventilan a la vista de todos, se critica y mucho adentro por más que después en la Plaza todos aplaudamos. Y mucho más se revisa cuando se pierde. Claro que sí. Se han enumerado y profundizado en diferentes espacios los temas más candentes que pudieron haber influido en el resultado electoral: la economía que claramente no funca a todo trapo como en 2010-2011; el famoso cepo al dólar que influye en el ánimo y percepción de lo que sucede con la economía en amplios sectores sociales; las tragedias de Once y Castelar y el manejo de subsidios estatales que refleja uno de los aspectos más conflictivos de la gestión kirchnerista (más allá de ciertas mejoras en el transporte en algunos aspectos no caben dudas que es un asunto que se encuentra lejos de ser óptimo); el desgaste que implican 10 años al frente de la gestión; la falta de contención política a quienes nos acompañaron en algún momento y el rol de los distintos líderes locales; la sobreestimación de la participación política ciudadana y de la influencia de la militancia sobre el territorio; las denuncias de corrupción y el boom Lanata desde su programa dominguero sumado al permanente bombardeo de los medios opositores. La combinación de tantos factores de tan amplio espectro seguramente tuvo su incidencia en el castigo electoral que se produjo el 11 de agosto. Ninguno de estos elementos debe ser ninguneado, es un combo explosivo y a ello se suma el hecho de que por primera vez en mucho tiempo la oposición (léase en toda la amplitud de la palabra, no sólo oposición político-partidaria) encontró candidatos y alianzas que resultaron atractivas para el electorado. No parece ser la situación idéntica a la de 2009. En aquella ocasión y particularmente en el tema de la victoria del Colorado sobre Néstor daba la sensación de exclusivo invento mediático. Hoy parece algo distinta la situación, de todos modos no hay que volverse locos, hay que ver cómo evoluciona el incipiente armado.

Hemos repetido hasta el cansancio que los momentos más virtuosos del kirchnerismo fueron los posteriores a elecciones flojas y a momentos de debilidad. Puede que sea cierto. Lo vivimos en los años iniciales de Néstor tras el 22% y luego del revés de 2009. En principio estaría bueno decir que se nota que, al menos, se tomó nota de la caída. El tema del tope de Ganancias es un claro reflejo de ello, también la reunión con empresarios y sindicalistas. Se responde desde los hechos y no desde las palabras (es la esencia del peronismo) ni tampoco autoflagelándose. En esa tesitura se parecía estar cuando pintó la locura con el tema de que ganamos en la Antártida y en la comunidad Qom. Démosle un crédito a la Jefa, si no nos ponemos como el roña Nelson Castro que dice que está chapita. No es autista, escucha lo que dicen las urnas pero no va a salir al otro día a decir que somos los peores y los más giles de la cuadra. Ya Néstor decía que “No hay que darse con un martillo en los dedos” cuando se pierde, que hay que redoblar esfuerzos desde la gestión y siempre con alegría.

Una cosita con el tema de Néstor. No caigamos en el nestorismo al pedo. Se cita lo de Carta Abierta en el Parque Lezama como una muestra de que bajaba a escuchar al pueblo en contraste con una presunta forma cerrada de hacer política de Cristina. Paremos la moto un toque. Néstor bajó porque debe haber considerado que él también estaba alejado del pulso de la calle. Se me confunde si ese encuentro se produjo después del voto no positivo de Cobos o tras la derrota con el Colo. El punto es que bajó en la derrota. Se dice también que contenía a los compañeros del conurbano, a los intendentes, a los gobernadores y que Cristina no lo hace. No lo hace del mismo modo al menos. Puede que sea así. Pero ¿influye tanto eso? A lo mejor sí, no lo sé. Pero Néstor perdió con De Narváez loco. En serio, no jodamos.

Además tampoco nos olvidemos de donde vienen, quienes son y cómo se maneja el peronismo históricamente. ¿O nos vamos a creer que Perón llamaba a alguien a ver que hacía con tal o cual cosa? Posta. Nos guste más o menos el peronismo no es asambleario muchachos. Uno conduce y el resto acompaña, ¿hay maltratos? Si, los hay, no es un club de amigos, como dijo Román, yo acá no vengo a hacer amigos. No niego la importancia que tiene la contención política, claro que no pero no nos creamos que quienes se nos fueron o no acompañaron se piantaron exclusivamente por eso. No olvidemos que no hay reelección, no es joda, eso influye, cada cual atiende su juego y es lógico que así sea.

Por otra parte no olvidemos un par de cuestiones que debemos revisar al margen de lo que tiene que ver estrictamente con la interna peronista. Uno: el ciudadano-votante quiere siempre un poco más. Es así y está bien. No le podemos seguir diciendo que el 2001 era todo un desastre. Es la verdad, obvio, y también lo es que lo que tenemos hoy no está garantizado para siempre y que dependiendo de quién gobierne puede darse vuelta. Pero la realidad es que hoy se ve menos eso y se resaltan los defectos.

Pensémoslo en términos históricos. En el 55, con una década de desgaste, con la economía con problemas una vez superada la posguerra por las potencias, con la sensación de que lo conseguido no sería puesto en duda, no salieron millones a defender lo conseguido. Uno, como parte de un pueblo, se relaja un poco, es sociología barata, lo sé. Pero comparemos la reacción del 55 con la que se dio en los 60 y 70 cuando se veía que Perón no volvía y que las conquistas de a poco iban retrocediendo. Es abismal la diferencia.

Otro ejemplo histórico, más reciente. El Amira-gate en los inicios del gobierno de Menem. ¿Por qué no influyó electoralmente como sí influyeron los hechos de corrupción en la derrota del 99? Estábamos saliendo de la hiperinflación, se hace la vista gorda, pegan menos los defectos. Me parece que a veces subestimamos como factor la cuestión de las turbulencias económicas y el desgaste de la gestión. Tras la derrota de 2009 nos comimos un poco la galletita de la Ley de Medios, el Bicentenario y el cambio de ánimo social, el matrimonio igualitario, la AUH. Considero que la asignación tiene una incidencia directa que las otras medidas no tienen en términos político-electorales (la influencia de las otras medidas tiene una incidencia que tiene más que ver con la iniciativa política que demuestra el gobierno ante la opinión pública tras la derrota. Claro que eso también es importante). Hoy no alcanza sólo con comer. El pueblo quiere más y está perfecto que así sea. La economía define. No invento nada. 2010 y 2011 disimularon dificultades a la hora de construir política y nos ensoberbecieron. El 54% no era real. El crecimiento económico primero y la muerte de Kirchner luego (que puso en perspectiva histórica al pueblo con respecto a su gobierno) consolidaron ese porcentaje. Había posibilidad de reelección además.

Dos y vamos cerrando: la batalla con Clarín hoy está perdida. ¿Hay que darla? Si claro pero existe un hartazgo social al respecto y hoy la balanza se inclina hacia ellos en la consideración popular así como en su momento la exacerbación de Clarín contra el gobierno le jugó en contra. No debemos desestimar la influencia de los medios pero vivir pegados a ese conflicto me parece que no está sumando demasiado.

Tres y final: me parece que gran parte de la derrota tiene que ver con el hecho de que se proyectó en la TV Pública la serie En terapia. Era buenísima pero la gente fue a votar medio bajón, medio depre y así nos fue. Ahora que ponen a Capusotto van a verrrr…(?).

Se verá cómo evoluciona el asunto pero la historia reciente del peronismo y su expresión actual el kirchnerismo no permite creer que no podemos mejorar. Desde el llano (como propone el compañero Morales Solá (?)), discutiendo con el pueblo y los compañeros. Como más nos gusta. Paso a paso como dice el filósofo Mostaza…




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