El ocultamiento

Resultaba preciso dejar pasar unos días. Para que se asienten las ideas, para que las sensaciones dejen paso a la reflexión. No era momento de escribir en caliente. Al menos no por ahora. Ya pasó el tiempo suficiente pero el origen del presente post parte de un impacto inicial que se mantiene. Es el ocultamiento. Ya llegaremos.

Un repaso breve por el jueves de eclosión cacerolera. Una señora recontrabian de Recoleta me notificó, como si fuera necesario, que la noche del jueves iba a ser de cacerolazo. Algo falto de visión supuse que sería como los intentos previos de cacerolazo que se diluyeron antes de empezar. No tuve en cuenta la convocatoria vía Internet y la influencia del factor Lanata y su simpatiquísimo fuck you a la hora de crispar a lagente. Esta noche hay cacerolazo me dijo. Yo no voy, total la señora va a seguir haciendo lo que se le cante. Lo bien que hace señora, ni vaya le dije. Una menos en la calle. Pero igual fueron una bocha.

Andaba con pasajera alrededor de las 7 de la tarde y me encontré, sorprendido, viendo un grupito interesante de personas en la esquina de Santa Fe y Coronel Díaz. Mucha cara de ojete. El grito/alarido a flor de piel. Los cacerolazos se hacían sentir, los bocinazos también. Noté, perspicaz como soy, (cuak) que éste cacerolazo se iba a hacer sentir. Llegando a Callao tuve que doblar en U para evitar el corte. Cometí una infracción. No fui el único. ¿Qué les pasa a éstos? me preguntó la pasajera que llevaba recién salida del termo. Cacerolean porque no les gusta la cadena nacional respondí tendencioso. Ah bue, una pavada, si protestan que lo hagan por algo más importante dijo. Todos éstos de Recoleta votaron a Macri sentenció. Es posible le dije. Pero por dentro pensaba en otras cosas. ¿Por qué ahora sí prendió la convocatoria y no en ocasiones anteriores? Doblé por Ayacucho hacia el Bajo. Venían unos cuantos con cacerola en mano y aplaudiendo que no me dejaban doblar. Ni los pisé. ¿Ven que somos re civilizados los K? Te miraban desafiantes con sus caras enojadas, haciéndote sentir que si eras kirchnerista era contra vos el asunto. Realmente lograron que lo sintiera. Que era contra mí.

Te pone en guardia la movida. Asusta en algún punto. No por la movilización sino por el odio que se manifestó en ella. Ya sabemos que existe pero verlo concreto te hace tomar noción del hecho de que hay gente, bocha de gente, que odia sin miramientos al gobierno y a todos aquellos que lo acompañan. No hay diálogo posible, no quieren escucharte, sólo quieren escuchar sus gritos, su odio puesto en palabras. Una cosa es el folclore de la política, las chicanas, otra muy diferente es que te deseen la muerte. Remite inevitablemente a momentos trágicos de la historia argentina. Sabemos cómo terminan tales diputas cuando se plantean en esos términos. Terminan mal. Lo paradójico es que no asumen su responsabilidad en ello. Depositan toda la responsabilidad afuera. El gobierno divide. Ellos no.

Vamos al punto de inicio. El tema del ocultamiento. Quienes fueron al cacerolazo del jueves saben a que fueron. Al menos la mayoría de ellos. Y no lo ocultan, son genuinos. Más allá de los reclamos puntuales fueron a expresar su odio, su rechazo visceral a todo lo que hace el gobierno. La reacción del jueves fue un acto reflejo de la victoria (para nosotros)-derrota (para ellos) del año pasado. Aún no digirieron el 54% de las elecciones pasadas. No hubo Hepatalgina posible para la patada al hígado que sufrieron el año pasado. A otra escala pasó lo mismo tras las elecciones de 2007. Al otro año casi vuela todo por el aire con el quilombo del campo. Las excusas varían, lo que está presente es la rabia que se desquita en las pobres cacerolas. Los irrita todavía. Tanto como ella. Es sintomático que la cadena nacional los ponga del moño. No la quieren ni escuchar. Quieren que se calle y si para eso es necesario que esté muerta no dudan en gritarle que se vaya con Néstor. No tienen filtro. Lo que quisieran es tener la certeza de que ella no existe, de que estos años fueron una pesadilla que pasara pronto. Ni oírla hablar quieren. Allí está la madre del borrego. No toleran lo que viven. No lo toleran más. Es insoportable para ellos levantarse cada mañana y saber que la presidenta es Cristina. Eso los congregó a ir a la plaza. El odio. El odio a la yegua y a todos esos negros ladrones que la votan y están con ella. Esos negros ladrones que se creen que tienen derechos y que tienen la caradurez de querer comer todos los días. Este no es el que país que soñaron. ¿Quiénes se creen que son estos negros? Se soliviantaron los negros como escribió Esteban Echeverría en tiempos de Rosas. A mi mucama le dieron un lote y por eso los vota dijo una mujer en la plaza. Clarito. ¿A quién se le puede ocurrir tal osadía? Sólo a la yegua. Entonces que se vaya la yegua. Con Néstor o con quien sea.

No es el 2001 este momento histórico. Tampoco las consignas que se levantan. Ya no es el que se vayan todos. Es que se vayan éstos y que venga cualquiera. Cualquiera va a ser mejor que éstos. ¿Les suena? Ya sabemos lo que pasa cuando se pide que venga cualquiera de cualquier manera sin importar los mecanismos institucionales. Termina en masacre y después nadie se hace cargo de lo que pidió. Pero vamos al ocultamiento que me estoy yendo por las ramas. Arranqué diciendo que eran genuinos los caceroleros. Están orgullosos de lo que manifiestan. En un punto hasta se hacen cargo y lo gritan a viva voz. Que se muera, que se vaya, que se calle. Lo tienen claro y lo dicen a punta de bocina y cacerola la lucha es una sola…lindo cantito les tiré…no será tan inter clasista como el piquete y cacerola la lucha es una sola del 2001 pero es algo. Es más clasista el cantito. Tenés que tener una essen y/o un auto. Tenés que poseer para cantar bocina y cacerola la lucha es una sola.

Se hacen cargo de lo que son y lo que quieren los caceroleros decía. No así quienes fogonearon la convocatoria desde los medios. No lo dicen. Les resulta inconfesable lo que quieren, por eso lo ocultan, no lo pueden decir porque es pianta voto. No garpa. Entonces lo ocultan. Por eso los medios definidamente opositores no les hacían notas a los manifestantes, no les preguntaban que querían. Queda poco elegante preguntarle ¿qué reclama? y que te respondan que se muera la yegua. Es un gol en contra y deschava los intereses indecibles de los medios de comunicación opositores. Por eso saltó por el lado de medios afines al gobierno la real motivación de la marcha, las barrabasadas que decían los caceroleros. La lucha sigue estando en la palabra, en la lucha mediática. Y ellos siguen siendo claramente hegemónicos. La hegemonía es de ellos. Por eso muchos no se enteraron lo que se gritaba en la plaza. Lo ocultaron. Como también ocultaron deliberadamente durante el jueves la palabra cacerolazo. Era notorio en el pie de pantalla de TN en el momento mismo del cacerolazo. Porque cacerolazo suena a destitución, a golpe. Históricamente por los cacerolazos contra Allende en Chile. Más cercano en el tiempo y en la geografía suena a 2001, a 2008 y a crisis del campo como la llamaron para esconder quienes eran los que reclamaban realmente. El 2001 terminó en represión y muerte. Pero también hubo una destitución. Legal, institucional pero la hubo. Hasta justa si se quiere por la incompetencia y la masacre desatada. Pero destitución al fin. Y lo que los medios opositores quieren ocultar es que lo que buscan es desestabilizar, destituir si es necesario y ellos creen que lo es. Están convencidos de ello. Pero no lo pueden decir. Por eso lo ocultan y lo dibujan con palabras como movilización, protesta, hasta en la tapa de los diarios lo esconden. Porque hay cosas que no se deben decir. Aunque lo deseen. Aunque desearían gritarlo a voz en cuello como los caceroleros en la plaza.